El cine como arma. Raymundo Gleyzer

Me llamo Raymundo Gleyzer. Soy un cineasta argentino y hago films desde 1963. He filmado quince: todos tratan sobre la situación social y política de América Latina. Trato de demostrar que no hay mas que un medio de realizar cambios estructurales en nuestro continente: la revolución socialista; como escribió el Che Guevara, las revoluciones que no son socialistas no son sino parodias de revolución. La mas significativa de las “revoluciones congeladas” de América Latina es la mexicana: está en el mismo punto que hace 60 años. Por esta razón la escogí como tema e hice este film sobre México. Y no solamente para los mejicanos, sino para toda América Latina.

El film ha sido realizado con un equipo mexicano. Es un film educativo concebido para informar al pueblo…Buscamos demostrar que las promesas de la revolución de 1910 no han sido cumplidas. Hemos utilizado también una parte del metraje rodado entre 1910 y 1917 por Salvador Toscano-Barragán, un excelente cameraman que se había plegado a las fuerzas de Villa y de Zapata, captando escenas extraordinarias; es la primera vez que su material es utilizado de este modo.

Es la burguesía, y no los campesinos, la que se ha beneficiado con la revolución. Incluso el título del film nos fue dado por un campesino de Yucatán, Antonio López. Este no es un film concebido para ser proyectado en las salas comerciales. Queremos proyectarlo en universidades, sindicatos y todos los grupos que lo pidan; el pueblo está mal informado. Nuestra misión de revolucionarios y de cineastas políticos es la de combatir lado a lado con el pueblo, y entregarle lo que nuestra ideología pueda aportarle.

En mi país; en Argentina, es absolutamente imposible hacer un film al interior del sistema, pues existe una censura que actúa no sólo sobre los films políticos, sino sobre todo lo que toque las relaciones humanas; por eso preferimos hacer films fuera del sistema y mostrarlos a pequeños grupos de gente. Que sean pequeños no tiene importancia; el año pasado en Córdoba, cuando la ciudad y la Universidad estaban ocupadas por los estudiantes, se proyectó “La hora de los hornos” ante 3000 personas; pero este es un hecho excepcional, generalmente se trata de grupos de veinte personas; vale más, en mi opinión, transmitir a veinte personas ideas claras, que ideas confusas a millares de gente y eso es lo que estaríamos obligados a hacer si trabajáramos para el sistema; ya los que ven el cine político en pequeños grupos convencer n a los otros; como en Vietnam, la lucha por la revolución en América Latina ser larga. Tenemos todo el tiempo.

Nuestra intención de rodar un film en México era secreta, es así como entramos legalmente, como turistas; nuestro trabajo fue clandestino: nadie sabía que tipo de film rodábamos; algunos creían que hacíamos un film turístico o que trabajábamos para la T.V. Era el único modo de trabajar libres, a causa de la censura; hemos recorrido todo el país clandestinamente, ayudados por estudiantes y obreros; el revelado y montaje fueron hechos en New York, ya que fueron amigos americanos, gente de izquierda, los que nos produjeron el film y nos dieron facilidades para mostrarlo.

La película termina con la masacre de la Plaza de Tlatelolco en octubre del 68?… Hubiéramos querido utilizar secuencias filmadas, en ese momento había en México un grupo de cineastas de todo el mundo, debido a los Juegos Olímpicos; pero no logramos encontrar ningún film; han desaparecido de las cinematecas y archivos del mundo entero; un cameraman belga había filmado a los soldados tirando sobre el pueblo: envío los films a un laboratorio en Bélgica y cuando quiso retirarlos se le dijo: “lo sentimos mucho, pero el original ha desaparecido”, cuando protestó le contestaron: “no se moleste, le pagaremos el seguro; el gobierno mexicano y la CIA han confiscado todo, se pueden encontrar films de las manifestaciones, pero de la masacre de Tlatelolco no hay un sólo plano”: hemos utilizado fotografías que fueron tomadas por los estudiantes y por periódicos y revistas underground.

Autocrítica (En torno a “Los Traidores”).

Quisiera hablarles de una experiencia personal: hay muchos compañeros, a quienes podríamos definir como progresistas, que realmente luchan o tratan de luchar por el socialismo pero que siempre han realizado trabajos de carácter individual, aún pensando en torno al problema de una verdadera concientización, o sea la toma de conciencia de ellos del papel que como intelectuales deben jugar dentro de la lucha que libra el pueblo. Muchos han sido los compañeros que se han lanzado a hacer una cantidad de películas que se podrían encuadrar digamos, en líneas generales, como dentro del nuevo cine latinoamericano, evidentemente, pero también dentro de un cine que podríamos llamar “revolucionario”. De la experiencia concreta de todos estos compañeros, y yo me incluyo entre ellos, que han realizado una experiencia individualista o también de grupo, puedo concluir que los resultados han sido negativos.

¿Por que? Pienso que es porque el problema fundamental, cuando nosotros nos dedicamos a hacer un film, es plantearse a quien está destinado este producto. Esto me parece una cosa clara, sería una redundancia volver a insistir aquí sobre el problema del destinatario del producto: todo el mundo se ha planteado el problema.

Pero el problema reside en como llegar a la base y no sólo en términos teóricos, que indican siempre que hay que hacer un cine para la base, un cine para la clase, etc., sino el método concreto, la práctica que lo permita. De teoría podríamos hablar aquí varios días, el problema es como llegar a un hombre concreto, ese que se está jugando el pellejo, que se está jodiendo la vida trabajando en la fábrica y que tiene el derecho a que por lo menos le aportemos un mensaje, contribuyamos a su propio esclarecimiento, dentro de nuestros límites de intelectuales pequeños-burgueses.

La experiencia de los compañeros que han hecho un cine de carácter individual, desligados de una organización política ha sido realmente mínima y esto pese a ser un cine que ha costado mucho esfuerzo, mucho sacrificio, que sin duda es el de compañeros que se han jugado valerosamente por hacer ese film y luego se han encontrado con que tenían este film muy bueno, muy político, pero que no lo veía más que la tía, el primo o los parientes cercanos, o lo que es peor todavía, personas vinculadas a la pequeña burguesía, a la clase, me refiero al caso de la Argentina, siempre de los psicoanalistas, médicos, etc. Hacer, por ejemplo, una función en un departamento con treinta personas, en medio de la clandestinidad, para un grupo de psicoanalistas y les estoy hablando de una experiencia mía con un film que se llama “México, la Revolución Congelada” que luego se revelaba completamente inútil. Aquí estoy haciendo una autocrítica de las que fueron mis propias características como director de cine. En suma, nos dimos cuenta de que con quién necesitábamos tomar contacto era con el pueblo, ese pueblo que estaba combatiendo en la calle. Y ese contacto no lo teníamos.

En el año 69? hemos visto como la clase obrera, por su propia cuenta, nos desbordaba, desbordaba a todo el mundo, a los militares, a los burócratas sindicales y a nosotros mismos que seguíamos teniendo -y tal vez no la hayamos perdido- una actitud paternalista con respecto a la clase: o los obreros son todos buenos o todos malos. O no entendemos a los obreros, o hablamos en nombre de ellos, cuando nadie nos pide que lo hagamos. Es decir, hay una desvinculación respecto a la lucha que libra el pueblo y este es un error no sólo estratégico.

Es un error gravísimo y lo es más aún desde el punto de vista del intelectual que quiere entregar un aporte a la revolución. Por lo tanto creo que la incorporación a una organización política determinada, a una organización que tenga un proyecto político concreto para la toma del poder es la misión fundamental de todo cineasta, de todo revolucionario que no lo sea nada más que en palabras. Sino estamos cayendo en la mierda, estamos comiendo mierda todos los días. El compañero cubano Manuel Pérez dijo ayer en el debate algo muy interesante y que considero ideológicamente ciertísimo: que tenemos que abandonar la idea de ser toda la vida un “hombre de izquierda” para entrar a trabajar dentro del plano de la lucha por el poder. Es decir que, dentro de nuestra mentalidad de hombres progresistas, a veces ciertos compañeros nos hemos conformado con “ser de izquierda”.

Cada día más de izquierda, más radicalizados, más “anti P.C.” por ejemplo, cada día más contra el reformismo y por una cantidad de cosas, pero al mismo tiempo estamos desvinculados totalmente de la lucha que libra el pueblo y de repente nos aparecemos cuando los obreros toman una fábrica con un proyector para pasar una película y nos vamos a casa luego pensando que ese ya es un trabajo político.

No sé si sea interesante lo que digo, incluso no sé si llegue a ser claro, pero creo que la anterior debe ser nuestra máxima preocupación: nosotros hemos pasado meses en la primera etapa de la creación de nuestro grupo, el Cine de la Base, tratando de resolver problemas técnicos, problemas que son importantes, pero en determinado momento nos absorbieron completamente: decidir donde íbamos a revelar, donde íbamos a compaginar, quien iba a hacer esto y lo otro y luego venían discusiones terribles sobre si trabajar en video-tape o en cine, que condiciones habían, etc. Una vez resuelto el problema técnico, nos dimos cuenta nosotros mismos de que nuestro trabajo como Cine de Base no era tal hasta tanto no lográramos incorporarnos a la tarea concreta de un grupo que estuviera luchando por la toma del poder en un plano político, porque sino no somos cineastas políticos, somos diletantes de un proceso intelectual ajeno al proceso nacional que vive el pueblo.

Hago esta observación porque a partir de esta experiencia, que hemos discutido mucho en el interior de nuestro grupo, es que hemos decidido romper con una cantidad de esquemas que traíamos y que trae todo pequeño-burgués de toda su vida, de lo que ha ido bebiendo desde que ha nacido; es decir toda una metodología del pensamiento burgués que tenemos encima, y que por más que como grupo encontremos acceso a la ideología del proletariado, nos hace individualmente seguir siendo pequeño-burgueses.

Creo que el combate que damos en el plano ideológico exterior también debemos darlo en el plano ideológico interno, es decir, destruir en nosotros mismos la experiencia individualista y entrar a comprender cuan lejos estamos del proceso concreto de la producción.

Si evaluamos la proletarización por ejemplo, “¿Cuál es el sentido de proletarización para nosotros?” Hay que comenzar replanteándose las cosas simples (porque además queremos hablar así, muy sencillo: no somos teóricos). Hemos visto que el obrero de la fábrica, que está vinculado al proceso de la producción y se pasa ocho horas por día en un trabajo específico (digamos en una fábrica de autos, colocando puertas) tiene conciencia plena de que trabaja con un grupo, de que individualmente no puede realizar el producto, no podría finalizar el auto. No entremos a discutir ahora si el trabajo es alienante, lo que ocurre es que esa puerta no sirve para nada si otro no pone una rueda, etc., es decir que el proletariado surge del producto de su trabajo, de su metodología y de su práctica: sabe lo que es el trabajo de proletarización, lo que es el trabajo de grupo, de equipo y lo vive todos los días. O sea que si aún es cierto que gran parte de la clase obrera no tiene conciencia de clase (en el sentido de que su clase es la dueña del mundo y la que debe vencer finalmente) si tiene desarrollado el sentido del trabajo colectivo, el reunirse en grupo para lograr un producto concreto en el campo de la producción.

Nosotros cineastas podemos hacer el guión de un film, la foto, el montaje y hasta la proyección, aunque fuera para nosotros mismos: desarrollamos así una característica autosuficiente para el trabajo. No necesitamos de nadie, apenas de un camarógrafo. Podemos hacer solos todo. Es así como se gestan en nosotros el autoritarismo e individualismo más nocivos y, si entramos a trabajar en el seno de la clase llevando con nosotros la ideología del proletariado (que los obreros por distintas causas no tienen la posibilidad de estudiar, o la sociedad se lo impide) pero aportando también nuestro metodología pequeño burguesa, estamos haciendo un trabajo a medias muy peligroso, porque nuestra propia configuración como individualistas puede llegar a desviar el trabajo y metodología proletarios, que son fundamentalmente en equipo.

Estas que parecen ideas difusas, forman parte de problemas que nos tocan personalmente y que actualmente discutimos y desarrollamos en nuestro grupo: como quebrar el individualismo, como militar en una organización política (aunque no sea la organización perfecta: en Argentina no existe el partido de los trabajadores y carecemos del instrumento necesario para llegar a la toma del poder). Mientras tanto, cada uno milita en la organización que cree más afín a sus ideas.

Creo que debemos plantear en esta discusión, sin querer ser agresivo, el dejarnos de joder, dejar de lado el diletantismo de siempre y entrar a trabajar en una organización política. Estamos en un proceso de lucha en todo el Tercer Mundo que no permite otra posibilidad.


Filmografía:


* El ciclo (1964)

* La tierra quema (1964)

* Ocurrido en hualfin (1966)

* Quilino (1966)

* Pictografías del cerro colorado (1966)

* Ceramiqueros de tras la sierra (1966)

* Nuestras islas malvinas(1966)

* Mataque (1967)

* Nota especial sobre cuba (1969)

* Mexico, la revolución congelada (1970)

* Swift (1971)

* BND (1972)

* Ni olvido, ni perdon(1973)

* Los traidores(1973)

* Me matan sino trabajo, si trabajo me matan (1974)



* Raymundo (2002), Documental sobre la vida y obra de Raymundo Gleyzer, de los realizadores argentinos Ernesto Ardito y Virna Molina.




Para leer mas sobre Raymundo:


Comentarios