Entrevista a Alfredo Guevara, presidente del Festival de Cine Latinoamericano de La Habana y fundador del Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinema

“Raymundo Gleyzer no encajaba en la Argentina oficial” Por Néstor Kohan Néstor Kohan: ¿Usted lo conoció a Raymundo Gleyzer?

Alfredo Guevara: Sí, lo conocí. Pero no lo evalué. Tengo pocos recuerdos directos de él. Recuerdo su rostro, su persona, etc. Pero yo empecé a magnificarlo y a interesarme mucho en él a partir de que para nosotros se convirtió en una figura mítica. En realidad en aquellos años, segunda mitad de la década del ’60, mi relación fundamental con los cineastas argentinos era la histórica de Mauricio Berú, de Edgardo Pallero que en su momento, en 1967, habían estado en el Festival de cine de Viña del Mar y luego continuó esa relación muy estrecha. También con un compañero llamado Walter Achugar, de Uruguay. Pallero y Achugar eran del mismo grupo. Dolly Pussi que está ahora en Cuba en este momento, estaba casada con Pallero. También hubo vínculo, menos idílico, con Fernando Solanas y Octavio Getino que habían hecho La hora de los hornos. Nos había parecido una película extraordinaria. En aquella época —eso ya pasó— tuve con ellos una relación un poco conflictuada. El problema era que estos dos últimos compañeros cambiaban de aquí para allá con el Che y eso a mí me desconcertaba.

Néstor Kohan: ¿Usted se refiere a la diferencia entre la primera y la segunda versión de La hora de los hornos? ¿Al cambio del final que aparece en la segunda versión?

Alfredo Guevara: Sí, pero no sólo a eso. También le hicieron la entrevista al general Perón. Y yo, a pesar de que en Cuba había un peronista, un ideólogo, que me parecía muy lúcido…

Néstor Kohan: ¿John William Cooke?

Alfredo Guevara: Sí, Cooke. Él me parecía muy lúcido y también su esposa.

Néstor Kohan: Alicia Eguren…

Alfredo Guevara: Sí, exactamente, Alicia. Pero a mí no me convencía que todo tuviera que pasar por Perón porque, supuestamente, eran “las características de Argentina”. No me convencía eso. Me parecía que no eran las características de Argentina sino las de cualquier lugar donde surgiera una corriente confusa y que confunde. Pero yo mismo no tenía claridad, no estaba seguro si yo tenía razón o no la tenía. Ellos argumentaban muy bien, pero no me convencían. En el caso de Raymundo Gleyzer, sobre quien tú me preguntas, él no coincide exactamente en esa época cronológica, sino que su obra fílmica comienza a ser conocida un poquito después. Yo escuché hablar del «Cine de la base» pero realmente no llegué a dominar ese tema sino hasta más tarde cuando se convirtió en una figura orgullo del Nuevo Cine Latinoamericano. Aclaro que nosotros no buscábamos mártires. Pero Raymundo se convirtió en una figura emblemática de todo el movimiento de cine de América Latina.

Néstor Kohan: ¿Usted pudo ver la filmografía de Raymundo?

Alfredo Guevara: Sí, la he visto. Además nosotros, en Cuba, hemos hecho retrospectiva de su obra. Es decir, Raymundo se ha convertido en una figura emblemática. Nosotros no buscamos mártires, pero los mártires se dieron. Las dictaduras se encargaron de eso. Los militares se encargaron de dar pruebas, por si alguien tenía dudas, que los cineastas son también combatientes.

Néstor Kohan: ¿Cómo caracterizaría aquella fase inicial del Nuevo Cine Latinoamericano?

Alfredo Guevara: Una de las características de la primera etapa del Nuevo Cine Latinoamericano, a partir del encuentro de Viña del Mar de 1967, es que prácticamente de un modo u otro, uno con una escala, otros con otra, de acuerdo a las características de sus posibilidades, de su formación, del país donde estaba, de la situación de su sociedad, quedó claro para todos nosotros que se da una inquietud social, más combativa, menos combativa, de denuncia, de afirmación e identidad, pero comenzaba a hacerse un cine separado de las normas habituales. Esto incluía hasta a cineastas que no lo sabían. Parecía un denominador común de lo que estaban haciendo todos los cineastas de esa generación de América Latina, en lugares lejanos y sin conocerse. Para mí reflejaba la situación del continente y de la islita esta, donde vivimos [Cuba], en un momento dado. Había como una emergencia del espíritu revolucionador y de afirmación de identidades y de descubrimiento de rasgos de las identidades que todo el mundo destacaba. Había desde un cine tan directamente combativo como el de Jorge Sanjinés en Bolivia hasta otro que era de crítica social o de remembranza de revoluciones, etc, pero el espíritu de reto y de aceptar retos, estaba generalizado.

Para seguir leyendo:

http://sergiotrabucco.wordpress.com/2009/03/14/%E2%80%9Craymundo-gleyzer-no-encajaba-en-la-argentina-oficial%E2%80%9D/


Comentarios