Adriana Bernal: «Espero que el cine en Colombia pase de la resistencia a la representación de una mejor realidad»

Una de las primeras mujeres técnicas en el cine colombiano Adriana Bernal Martínez está considerada la primera directora de fotografía de Colombia, y una de las primeras mujeres en aparecer en un crédito fílmico como jefa de departamento. Al culminar sus estudios en la Fémis (École Nationale Supérieure des Métiers de L’image et du Son) en París (Francia), vuelve a Colombia en 1998, ejercitándose en el cine (con más de 20 cortometrajes) y trabajo publicitario. Formó parte del equipo de cineastas que trabajó en la primera Dirección de Cinematografía bajo la dirección de Felipe Aljure. Ha trabajado en los largometrajes Orson de Daniel Byung, El ángel del acordeón de María Camila Lizarazo, Infierno o Paraíso y Tule Kuna, cantamos para no morir, ambos de Germán Piffano, Kintsugi (nombre tentativo) de José Luis Arzuaga, Nijole de Sandro Bozzolo y en series como Pambelé, La ley del Corazón I y II para RCN, #EmiFan para Canal 13 y dirigió Fabiana y la llave del saber de Canal Capital. Adicionalmente hizo la dirección de fotografía del mediometraje Cine del solar y del cortometraje Pago por ver, ganador del FDC. En el año 2021 Adriana trabajó en dos proyectos de series que se estrenaron este año: Soy María Villa, mini serie de seis capítulos, y en la serie mexicana De brutas nada 3 de Sony para Amazon, ejecutando la dirección de fotografía de la segunda unidad. Recientemente codirigió e hizo la dirección de fotografía del cortometraje Reencuentro, seleccionado en varios festivales. Adriana pertenece a una generación nacida y criada durante los “nada honorables años 90” en los que se asesinó masiva y selectivamente a un sector de la izquierda colombiana y se instaló el nada agradable “Plan Colombia”, acontecimientos que sin duda marcaron y marcarán la memoria histórica del país neogranadino; nación con la cual compartimos la suerte de hermanas siamesas separadas al nacer, y nos educaron para odiarnos a gusto, a conveniencia de las clases políticas dirigentes y dueñas de casi todo, que insisten en hacernos creer que el problema es de los que no tenemos casi nada.
 
 
  Poco o nada conocemos del cine colombiano y sus autores, autoras y fotógrafos. Tenemos una deuda con la historia, con el arte, con el cine y con nuestras hermanas colombianas y hermanos colombianos, por lo que este espacio trinchera invita a que viajemos a buscar en sus imágenes las cosas que nos hermanan, que son más de las que nos separan.

No es un dato menor que Adriana proviene de una generación forjada a hierro y parida de esperanzas, pues son los años 90 los que van a dar en Colombia la bienvenida, en contrasentido del horror vivido, a la implementación de la Ley de Cine, dando inicio al fortalecimiento de la industria audiovisual y cinematográfica de la que hoy gozan colombianas y colombianos. Industria naciente que a su vez se convirtió en un espejo del dolor y dio testimonio visual de lo que allí pasó y nunca más debe volver a acontecer a nuestros pueblos y naciones. Es por eso que el cine, coincidiendo con Adriana Bernal, es un testigo de épocas que no caduca.

Adriana fue durante cuatro años la primera mujer presidenta de la Asociación de Directores de Fotografía Cinematográfica de Colombia (ADFC) y actualmente es la Vicepresidenta de la Federación Internacional de Asociaciones de Dirección de Fotografía Cinematográfica (IMAGO). Ha estado siempre cerca de la docencia y desde diferentes espacios educativos ha ayudado a formar en la dirección de fotografía a muchos y muchas de los jóvenes fotógrafos y fotógrafas de Colombia. Participó como profesora de la EICTV de Cuba y es socia fundadora del Centro de Cinematografía Digital (CCD), centro dedicado a la difusión de información técnica y artística, capacitación y enseñanza de la cinematografía para todo el mundo de habla hispana.

Desde el espacio cine que llevamos desde principios de la pandemia en el semanario cultural Todasadentro, andábamos buscando para encontrar a Adriana Bernal, quien finalmente nos cedió un tiempo en su agenda cinematográfica para esta entrevista, que realizamos con enorme placer siguiendo los aires de una Colombia distinta y finalmente más humana, que avanza a transitar vientos de cambio y esperanza.

-¿Quién es Adriana Bernal, por qué y para qué eligió la dirección de fotografía como disciplina?

-Soy cineasta, directora de fotografía, con más de 25 años de experiencia. Me especialicé en dirección de fotografía, también soy egresada en Comunicación Social de la Universidad Javeriana de Bogotá́, con énfasis Comunicación Educativa Audiovisual.  He trabajado además activamente por la industria cinematográfica en Colombia y por la participación de la mujer en la dirección de fotografía. Durante los últimos años vengo alternando cada vez más mi trabajo de directora de fotografía con el de escritura de guion y dirección de proyectos propios. Tengo dos proyectos en proceso, uno de Serie, en el que trabajo desde hace más de ocho años con tres reconocimientos internacionales y dos scrip doctors, llamado Sin la Tierra Prometida y un proyecto de largometraje que se llama Se la vendo.

-¿Qué es la dirección de fotografía para Adriana Bernal?-Es la esencia misma del cine. El cine sin imagen no es nada. Narrar a través del encuadre y su composición y a través de la luz, es tal vez una de mis grandes pasiones.

-¿Qué implica ser mujer y ejecutar una disciplina “histórica y hegemónicamente” considerada para ser ejercida por el varón?

-Fue muy difícil al principio. El camino fue difícil y durante muchos años lo caminé en solitario, pero creo que ahora ha llegado el tiempo de las mujeres y en la Asociación somos cada vez más mujeres. Debemos levantar el promedio mundial, que todavía no supera el 10%.

 

-¿Cuál ha sido el proyecto más complejo y satisfactorio que te ha tocado fotografiar?

-Tal vez los proyectos más recientes, como la serie Soy María Villa en donde hice fotografía y cámara en un tiempo record o mi último corto, Reencuentro, en donde pude llevar a cabo la propuesta fotográfica tal y como yo lo había planteado inicialmente. Creo que durante la construcción de nuestra industria en estos últimos años, todos hemos aprendido a negociar nuestras necesidades con la producción para lograr un producto de calidad, que nos satisfaga a todos.

-¿Luz natural o artificial?

-Ambas, todo depende del proyecto y de las circunstancias. El planteamiento lumínico depende de lo que se quiera contar y de las posibilidades con las que se cuente. Me gusta mucho aprovechar la luz natural con espejos, sedas o nets. Y no hablo sólo del documental sino incluso en narraciones de ficción cuyo dispositivo de producción sea más restringido. Lo que no quiere decir que no haya algo más placentero para un fotógrafo/a que construir una escena con luz artificial, llena de detalles y matices.

-¿Qué puedes contarnos de los cálculos matemáticos y su relación con este rol técnico que elegiste?

-La dirección de fotografía es un oficio de doble carácter, técnico y artístico. Y no se puede dar por separado. Si bien es cierto lo más importante es poder crear desde lo conceptual, si no se tiene el conocimiento técnico científico y no se es capaz de ejecutar lo planteado, de nada sirve el talento. Esta es una profesión que requiere de estudio continuo, de habilidades físicas y motoras y por supuesto de un bagaje intelectual y artístico muy potente.

-Considerando que tu desarrollo en la dirección de fotografía alcanzó a cruzarte con la práctica del fílmico como forma y modo, teniendo en cuenta la importancia de la disciplina y el rigor para el resultado cine, ¿crees que la llegada del vídeo de alta definición, aun cuando ciertamente democratizó el acceso a los medios, marcó un relajamiento en la práctica de la dirección de foto y la realización?

-Sí, mira la verdad es que la transición del fílmico al digital impactó fuertemente en el quehacer cinematográfico, creo que la gente que hoy en día rueda en digital y alcanzó a rodar en fílmico tiene una rigurosidad muy distinta a la que hay hoy, no quiero decir que lo que hay sea malo, pero sí es menos riguroso, un poco más laxo digamos, hay como una especie de despreocupación por el material final, aunque también está pasando que hay una reversión, entre más pesado es el material (6k, 8k), obviamente ocupan mucho espacio en los discos y la gente se empieza a preocupar por la cantidad de tomas. A esto sumemos que en el set el comportamiento se ha distendido y eso no siempre resulta productivo, los ensayos por ejemplo antes de rodar “rodemos una, a ver cómo nos va”, eso eran cosas que uno no hacía con el fílmico, uno ensayaba hasta que le quedara bien, pero en términos técnicos, el digital es igualmente complejo, a quienes estamos en la fotografía nos toca estar estudiando continuamente porque si no nos quedamos rezagados, es decir en esencia no debería haber tanta diferencia, en definitiva creo que el paso al digital impactó negativamente el sistema de rodaje del dispositivo cinematográfico, que espero logremos recuperar con el paso a los grandes formatos.

-Y apropósito de esa circunstancia de distención que observamos, ¿cómo la encaramos en el set, cómo recuperamos la disciplina en el rodaje?

-Esa disciplina se va a ir adquiriendo «modificada», es decir, nunca como la de antes, pero se va a mejorar en tanto la resolución ha ido aumentando y la captura y el procesado han ido mejorando. Hoy los archivos de una filmación pesan considerablemente. Lo suficiente como para no cometer tonterías durante el rodaje. Almacenar material tan pesado se ha vuelto un problema para las productoras y cada vez les cuesta más gestionar correctamente el material y sus back ups. Así que la disciplina y el rigor volverán a ser necesarios.

-¿Crees que existe una mirada femenina en el cine?

-No lo creo como una diferencia fundamental y excluyente. Creo que todos/as tenemos una mirada formada desde lo que somos, desde nuestra cultura y desde la educación que hayamos tenido. En ese sentido, obviamente el ser mujer puede dar un sesgo sobre las decisiones que se toman en la creación de la imagen, pero que pueden estar muy cerca de la sensibilidad que un colega hombre o de cualquier otro género.

-¿Es lo mismo decir cine de mujeres que cine hecho por mujeres? ¿Cómo se enuncia según qué y quién?

-No, no es lo mismo. Para mí el cine de mujeres es el cine cuyo tema principal es el universo femenino. El cine hecho por mujeres no nos obliga a hablar solamente de lo femenino, es una invitación más amplia a hablar de lo que nos plazca, de lo que nos interesa, que muchas veces coincide con la defensa de la mujer, pero que muchas otras pueden referirse en general al ser humano. Yo tengo un hijo hombre y por ejemplo me interesa mucho hablar de ese mundo masculino en tiempos actuales.

 
 

-¿Qué representan en la ejecución de tu disciplina los avances tecnológicos desde el punto de vista del rigor y la prolijidad en la puesta?

-Representan, como lo dije más arriba, una parte importante de nuestro oficio. El/la Df debe conocer perfectamente su herramienta para poder utilizarla en la creación de la imagen cinematográfica. Los avances digitales van a velocidades vertiginosas y es nuestro deber adaptarnos a estos cambios. Eso implica estudio y actualización constantes.

-Vemos con “normalidad” que en un equipo técnico, aunque haya mujeres, se habla en masculino, entonces se dice “que venga el foquista” no la foquista o al gaffer o el eléctrico, no la eléctrica ni la gaffer. ¿Crees que es una simpleza en la que no debemos reparar o debería ser cambiado?

-Creo que el lenguaje es importante como herramienta para cambiar comportamientos, sin embargo, la excesiva atención a este problema y la desatención de otros, mucho más importantes, me agobia un poco. Si la foquista es una mujer la llamarán sin duda “la foquista” o “la gaffer” o “la eléctrica”… El problema real está en que en las instancias de la producción aprendan a confiar en las mujeres que hacen esos oficios, llámenlas como las llamen. Por ahora la confianza no está allí todavía. En la medida en que se nos vea más a las mujeres en los platós de rodaje y en diversos departamentos, más mujeres podrán acceder en el futuro.

-¿Crees que son necesarias políticas públicas de Estado que avancen en ese sentido? ¿O es un asunto de voluntad transformadora de la sociedad?

-Claro que creo en las políticas públicas, estatales y aquellas iniciativas privadas que se convierten en norma. Tiene que ver con lo que decía en la anterior pregunta. Si a una producción el gobierno le obliga con incentivos o con puntajes a tener un porcentaje de personal femenino en las cabezas de departamento, verlas en los rodajes se convertirá en una costumbre y nadie tendrá miedo de correr un riesgo al contratarlas. Tumbaremos mitos que no son conscientes, sino que están enquistados en el subconsciente colectivo.

-¿Crees que las escuelas de cine se incluye en la elección femenina de disciplinarse en técnico si, técnico no?

-Por experiencia sé que las escuelas de cine no tienen estructuras que discriminan a las estudiantes mujeres que quieren optar por la fotografía, pero como la sociedad nos ha cerrado ciertos espacios por comportamientos culturales de segregación, las chicas mismas, en su mayoría, se auto excluyen. Piensan que no pueden hacer cinematografía porque la cámara es muy pesada, porque soy muy bajita, porque hay muchas matemáticas, porque simplemente no podré acceder… De nuevo el reto es cambiar la mentalidad y cambiar las costumbres para normalizar la imagen de la mujer en la fotografía cinematográfica.

-En el marco de lo que pareciera va a representar un cambio de época en el desarrollo político de la región, hace nada se vivieron en Colombia hechos importantes, desde un paro nacional hasta un cambio electoral, ante ese nuevo contexto, entendemos que eres una referencia importante en el cine, ¿cuál crees que ha sido y debe ser la labor del cine nacional?

-En los últimos 20 años, el cine ha jugado un rol muy importante en la sociedad colombiana. Desde lo que yo llamo el «neorrealismo colombiano», el cine ha desvelado el mundo de los olvidados en este país. Desde nuestras narraciones se ha reivindicado a aquellos que han estado en la marginalidad social, a los pobres, a los violentados, a los excluidos. El cine en Colombia ha ido en contra de las políticas económicas neoliberales y se ha empecinado en contar las historias de aquellos que no tienen nada y que parece no importarle a nadie. Ellos han sido los protagonistas de nuestra cinematografía, que dicho sea de paso, han logrado desarrollar su propio lenguaje en estos años y han obtenido grandes reconocimientos internacionales. Con la llegada de nuevos aires a la política de nuestro país, solo espero que el cine en Colombia pase de la resistencia a la representación de una mejor realidad.

-Penúltima pregunta para gusto de nuestra comunidad lecto-escritora y senti-pensante. ¿Qué recomendarías a una persona (mujer) que quiere incursionar en cualquier lugar técnico del cine?

-Simplemente que se lance a hacerlo y una vez en ello que no pare de investigar, de estudiar, de actualizarse técnicamente y que no deje nunca de mirar. La dirección de fotografía es la reinterpretación que hacemos de una realidad a través de nuestra mirada, sobre las cosas, sobre las situaciones y sobre el ser humano. Es nuestra mirada la que estará plasmada en la imagen cinematográfica.

Para saber más sobre Adriana Bernal Martínez, visita su página web y red social:

www.bernaladriana.com

IG:  @bernaladriana_adfc

César Padilla / Buenos Aires, Argentina

Fotos: A.B.M.

 
 
 

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