Analía Torres: «Enfocar requiere una escucha y un entendimiento del ritmo que sólo pueden darse cuando una está en calma»

 


Desde el Ecuador de Guayasamin, un pueblecito al que le dicen «la mitad del continente» y que carece de moneda propia, un lugar de valles y selvas, de montañas y guayas por donde muy seguramente caminaron Simón y Manuela en aquel idilio, se desarrolla nuestra conversa con Analia, ordenador mediante, para el semanario Todasadentro.

Todo comenzó por un mensaje directo en redes, porque para algo tienen que servir las redes hoy día y  no solo para las fake news. Ella saludaba un posteo de Liss Fernandez (que en cierta forma se ha convertido en nuestra gurú de la visibilización técnica de mujeres con los fierros) y yo le escribía un privado solicitando la entrevista a lo que contesto: “a ver contame”.

Palabras más, palabras menos se sumó sin mucho miramiento y en procura de esa confianza depositada en conversas extrañas. Analia Torres, foquista de cine, supo dar rienda suelta a las cosas por decir. Nos comparte su experiencia de formación y laboral al tiempo que  nos emplaza a mantener encendido el fuego de la palabra y la imagen. Hoy les compartimos, sin edición ninguna, la conversación completa, que en menos de tres días, se desarrolló a plenitud entre consultas, jornadas de rodaje y preguntas van, preguntas vienen.

-¿Quién es Analía Torres? ¿Cómo llega al ejercicio técnico en el cine? ¿Qué elementos operaron en tu vida para profesionalizarte en esta disciplina?

-Pues… podría decir, con certeza, que soy una persona curiosa y observadora… Llegué al cine porque tenía muchísimos intereses distintos en muchos ámbitos distintos: la biología, la filosofía, el teatro,  la literatura, la sociología, el mar, entre otros. Me di cuenta que el cine podía ser el espacio para reconciliar tantas preguntas e indagaciones. Mis maestros Yoda en el cine, dos documentalistas y cineastas que crean juntos, Yanara Guayasamín y Olivier Auverlau, me llevaron a descubrir el oficio de la dirección de foto y de la asistencia de cámara. Llegué a la escuelita de cine para querer indagar más sobre la Imagen, siempre desde la curiosidad y el asombro. Con los compañeros de la escuela jugamos para aprender el fílmico y la construcción de la imagen como una manera de asumir una mirada, un punto de vista y una manera de estar en el mundo. La imagen como construcción asumida de lo narrativo.

En la escuelita, íbamos rotándonos de roles para entender todos los oficios que atañen a la fotografía en el cine y bastante naturalmente me incliné hacia el foco y la operación de cámara. Por mi interés temprano en el teatro y la actuación, creo que me interesaban esos oficios cercanos a la actuación, a participar de los momentos más presentes e irrepetibles dentro del set, cerca de la emoción.


¿Qué significa el foco para Analía Torres, que cosas se registran desde ese lugar de la mirada?

-¡Uf! El foco, en sí, me parece un ejercicio diario, es esa necesidad de aprender a encaminar nuestra energía hacia algo que nos aporte y construya. En el set, enfocar requiere una escucha y un entendimiento del ritmo que sólo pueden darse cuando una está en calma, desde el centro. Es como llegar a poder obviar y tener la confianza de que todos los parámetros técnicos están “controlados´´ (cámara segura, suficiente tarjeta, batería, etc..) para poder concentrarse en conectar con el otro, aquella que está frente a cámara, atravesada por una emoción que hace que su cuerpo se mueva en el espacio de cierta manera, que luego llegue en emoción al operador de cámara y que eso también modifique la relación de este último con el espacio, y así, seguir bailando de maneras imperceptibles. Agradezco poder ser foquista porque es un ejercicio permanente de pulir mi calidad de la presencia, del estar a la escucha, de percibir cambios en el ritmo y cómo eso se materializa en un habitar de manera distinta el espacio. Es curioso porque es como si muchísimos datos técnicos (nerds jaja) se pudiesen esfumar un ratito durante el momento entre “acción´´ y “corte´´ para poder enseñarnos más sobre las conexiones imperceptibles y mágicas que existen entre nosotros.

Me resulta también muy estimulante ese equilibrio entre lo mal llamado “técnico´´ que se convierte en algo mucho más relativo al trabajo de las sensaciones y del trabajo de la mirada sobre las cosas, sobre quiénes somos, sobre las historias que queremos contar.

-¿Existe una combinación “perfecta” en cámara y ópticas? Porqué? ¿Cómo funciona?

-La que hace una imagen… jajaja. Quizás suena muy polémico que alguien que tenga un rol definido casi únicamente como técnico en el set diga eso pero sí. Me resulta un poco aburrido que últimamente vinculemos la calidad de la imagen con la resolución del sensor de una cámara… En realidad aún me resulta super mágico que podamos capturar imágenes. En mi tiempo libre suelo divertirme mucho explorando con métodos de fotografía antiguos como la cianotipia y poder capturar la imagen de algo por reacciones químicas de elementos fotosensibles sigue renovando mi curiosidad por la fabricación de las imágenes, algo que hemos normalizado tanto. En ese sentido, creo que la combinación perfecta entre cámara y ópticas sea cualquiera que funcione para hacer una imagen que nos identifique a nosotros mismos con la posibilidad exploratoria de nuestra mirada, de nuestra relación con el mundo. Habiendo dicho esto, con tantos juguetes a disposición en este oficio entre cámaras y lentes, prefiero en general el trabajo de la imagen no muy definida, con imprecisiones. En cuanto a los aspectos técnicos que implican la fabricación de cámaras y lentes, se requiere de un trabajo hecho con muchísimo cariño, detallismo y precisión para poder crear imágenes. Y en ese sentido, siento que la potencia del cine en una sala negra tiene que ver con transportarnos a un mundo onírico, a descubrir el mundo desde la manera en la que un cineasta y su equipo nos mostraron esa realidad. De ahí, como foquista, me atrae particularmente la imagen de ciertos lentes en particular como los Leica Summilux-C, los Helios, los (utilizados con filtros de difusión) – etc – porque siento que sus características me traen desafíos interesantes y divertidos a la hora de enfocar. Me pasa que asocio la poca profundidad de campo con la mirada precisa y curiosa que tenemos cuando niños y transportarme ahí me permite conectar con el oficio y la mirada con frescura. En todo caso, siento que cada proyecto puede llegar a tener su combinación perfecta entre cámara y ópticas puesto que, como herramientas de trabajo al servicio de la narración y la estética de una película, se crea un cierto estilo visual, un lenguaje desde la imagen a través de estas herramientas. Es decir, según la historia, los espacios que tienen que ser retratados, las sensaciones que se quieren crear y plasmar. Existen herramientas más o menos adecuadas para ello así como también herramientas más o menos versátiles – por ser más compactas, ligeras, de relativo uso y manejo rápido por ejemplo – que permiten responder mejor a ciertas situaciones de rodaje, en términos de locaciones y de manejo de set. Todo esto además sin dejar de lado los requerimientos presupuestarios que pueden a veces implicar ciertas concesiones o ajustes que en el mejor de los casos, no afectan al trabajo de la imagen.

-Háblanos del flujo de trabajo en la dirección de fotografía siendo mujer, ¿Qué implicaciones hay en medio? —Para ser sincera, cuando recién empecé a descubrir el trabajo en set en Ecuador, antes de decidir estudiar en una escuela de cine fuera del país, no reparé en el hecho de que el departamento de fotografía estaba mayoritariamente conformado por hombres. Y lo digo también en el sentido de que mis primeras experiencias fueron con colegas muy abiertos, generosos, sensibles y profundamente comprometidos humanamente con la igualdad en general. En la escuela de cine, en Bélgica, tampoco sentí muchos pre-conceptos con los que en cambio, al volver a trabajar y vivir en Ecuador, sí me han impactado poco a poco, como quien va descubriendo comportamientos que le son ajenos. Me pasa seguido por ejemplo que me doy cuenta de que en casi todo el día no he hablado con otra colega mujer (en producción, maquillaje, vestuario) porque estoy rodeada permanentemente de mis colegas hombres en el departamento de fotografía. Todo bien con eso, en sí, pero cuando existen comentarios, chistes, complicidades sobre los cuerpos de las mujeres, sobre el sexo, sobre la homosexualidad que denotan muchísimas ideas muy rígidas, groseras o abiertamente problemáticas, es más difícil de sobrellevar. Sin embargo, no siento que la interacción laboral en sí sea problemática, al rato de ser colegas, sino la falta de “práctica´´ de una comunicación más horizontal, igualitaria y libre, sin tantas trabas que asocian cualquier interacción hombre – mujer con algo sexual, ya sea desde el coqueteo o desde el rechazo. Es decir, lo que me resulta problemático es el lugar de la enunciación en sí, de ciertas miradas violentas (implícitas y no auto admitidas) sobre las mujeres como objeto absoluto del deseo, de la posesión o del rechazo, como si fuese la única esfera -en todo caso ciertamente la primera- desde la cual podemos interactuar. Siento que esa mirada de entrada resulta problemática, incómoda, violenta y básica más que una dificultad en el trabajo y en la interacción laboral de por sí, desde el profesionalismo.


-¿Qué cosas crees que son necesarias para que estas prácticas se reduzcan en principio al mínimo y finalmente logren eliminarse del ejercicio cinematográfico? Me refiero a las practicas patriarcales que excluyen a la mujer de ser convocadas o visibilizadas en el ejercicio técnico.

El set me atrae mucho por ser un espacio de creación en colectivo, en común. Implica el trabajo permanente y sostenido sobre quiénes somos como personas con nosotros mismos pero también con nuestros colegas. Implica estar en interacción permanente por tiempos largos en situaciones muy variadas de clima, condiciones de trabajo, estados físicos con otros colegas (equipos desde tres hasta 150 personas o más). Todo ello requiere muchísimo trabajo interno, para no dejar que ningún malentendido o fricción llegue a afectar nuestro trabajo o nuestras emociones. En ese sentido, el set como espacio jerárquico, desde la jerarquía organizativa en la que creo y no desde una verticalidad que puede alimentar actitudes serviles, revela muchos desafíos a los cuales enfrentarnos para la creación en común. Hay algunas prácticas que siento pueden dificultar la creación en común, no sólo las prácticas patriarcales sino también ciertas actitudes clasistas que pueden existir sólo por el hecho de que se dividan oficios entre “Above the line´´ y “Below the line´´ y que eso muchas veces corresponde a una pertenencia a clases sociales distintas y por ende a actitudes de liderazgo prepotente o a su vez, de servilismo eficiente. Creo profundamente en que cada oficio en el set corresponde a tipos de inteligencia distintos y que lo bello está en que cada oficio permite conectarnos con nuestro potencial creativo (y esto no solamente para los oficios de “cabezas de equipo´´o ´´cabezas creativas´´). Creo que cada gesto “técnico´´ tiene su fundamento artístico con base en una sensibilidad que nos es común como seres senti-pensantes, como diría Humberto Maturana: “Educación: Transformación a través de la convivencia y el mundo emocional”.

-¿Qué haya una mujer a la cabeza del proyecto o del área es garantía que haya más mujeres en los roles técnicos de un rodaje?

-En sí no creo que haya esa garantía. Creo que las actitudes injustas y poco generosas con el otro y su libertad de ser existen desde cualquier género. Considero que más tiene que ver con vernos desde una mirada más integradora, de desarrollar habilidades socioemocionales para desde ahí construir relaciones más justas, conscientes y presentes. Asumirnos integrales y libres, en transformación y aprendizaje, con cariño, claridad y transparencia… desde el error y el reintentar cotidiano.

-En el mismo tono, ¿qué haya una mujer al frente es garantía de un discurso emancipador libre de cosificación, cliché y representación hegemónica de la mujer?

-No, daría la misma respuesta de antes. Me pasa también que a veces los -ismos, las etiquetas que nos ponemos desde la defensa en reacción a las injusticias pueden terminar siendo más excluyentes que si ampliáramos más la mirada en algo más integrador y de trabajo práctico interno menos discursivo. Centrar mi mirada sobre equis representación hegemónica me aleja de la necesidad profunda que creo que todos tenemos de volver a conectar con el sentido de lo común, con aquello que nos une esencialmente.

-¿Luz natural o artificial? —¡Natural! Por ser la base de observación de los ciclos del día y de la noche, de las estaciones, del funcionamiento del Todo. Porque permite también construir un banco de sensaciones y percepciones ligadas a la percepción del ritmo y del espacio que luego pueden ser replicadas con luz artificial.  Me parece que el filmar con luz natural propone otro ritmo de rodaje, de observación y de adaptación a las situaciones cambiantes que requiere reajustarse y replantearse las formas de contar.

-¿Foco manual o digital?

Digital, por la posibilidad de elegir estar cerca o lejos de la cámara según lo que se ajuste mejor a la escena y al tipo de movimientos de cámara. También porque en algunas situaciones críticas de foco está bueno poder estar perpendicular al eje actor – cámara.

-¿Ficción o documental? ¿Es distinto el foco tratándose de dos formas narrativas distintas?  

-Cuando estoy rodando documental, siento que mis antenitas perceptivas están mucho más agudas (aún más que en ficción) en relación a lo que pasa, a todo aquello que puede interesarle a la cámara y que no estaba previsto, miradas, movimientos hacia otros personajes, reajustes del encuadre. En ese sentido es bastante estimulante por la calidad de la presencia que implica el estar ahí, en reajuste permanente, en espera de lo inesperado, en el juego.

-¿Qué es lo primero que haces cuando te convocan a un rodaje?

-Para un largometraje, lo primero que hago es preguntar quiénes serán mis colegas directos: directora de foto, key grip, gaffer, integrantes del equipo de cámara. Entender un poco cuál va a ser mi entorno directo. Luego quién va a estar a cargo de la dirección y pues muy rápidamente quiero leer el guión, desde el foco me es muy importante poder conectar con la historia, sentir cuál será el planteamiento de la imagen en general y la evolución del ritmo interno de los personajes.

Después pregunto sobre las condiciones de trabajo, horarios, seguridad y catering… jajaja

-¿Cuál ha sido la puesta más satisfactoria y la más compleja que te ha tocado operar?

-Creo que hasta ahora el trabajo de foco más desafiante fue en el largometraje La Mala Noche dirigido por Gabriela Calvache, fotografiado por Gris Jordana. Por un lado, el planteamiento de la película era casi exclusivamente en cámara al hombro y por otro, el estado emocional del personaje y su progresión durante toda la película marcó para mí un antes y un después en la apreciación del trabajo actoral y su vínculo estrecho con mi trabajo como foquista. A veces, antes de empezar ciertas escenas, veía en qué ritmo estaba la respiración de la actriz, replicaba esa respiración y eso volvía mi trabajo más fluido.

Sino, me encanta trabajar en la playa aunque sean rodajes complicados – salitre, arena, movimiento y cambios de sets en barcos – movimiento constante, peligros permanentes… esos rodajes permiten desarrollar una conciencia corporal y una memoria del terreno que me parecen invaluables.

-¿Estamos transitando tiempos muy interesantes desde el punto de vista del lugar conquistado por las mujeres?

Desde mi oficio es necesario actualizarse constantemente (nerdear) sobre nuevas tecnologías en la carrera incesante hacia más pixeles, menos compresión, más cuadros por segundo, estamos permanentemente confrontados a saber manejar herramientas que siempre están en evolución. Igual me gusta contextualizar esas tendencias y nuevas tecnologías confrontándolas con otras herramientas de otros contextos de hace muchos años, explorando sus usos, características, límites y fines estéticos. Analizar la imagen desde una perspectiva historiográfica me permite también entender modas sobre ciertos criterios estéticos en permanente mutación.

-¿Qué le dirías a las mujeres que están pensando en incursionar en la dirección de fotografía o el ejercicio de roles técnicos en el cine?

-Que se diviertan, estén a la escucha, en observación permanente, aprendan con humildad, paciencia y ahínco. Encontrar el lugar individual en la creación en común requiere atravesar un rango muy enriquecedor de experiencias.

-Aprovechando que además se trata de abrir diálogos y debatir cuestiones culturales urgentes: ¿alguna otra cosa que creas necesario incluir y sientas que no está contemplada en la entrevista?

-Pues, antes que nada, agradecer mucho por la iniciativa, por el tiempo dedicado a esto y por crear el espacio para que estas preguntas encuentren sus caminos para cuestionar, señalar y seguir explorando.

Me resulta urgente, personalmente en todo caso, vincular el cine con las otras artes a las cuales está profundamente ligado. Enriquecerse de otras disciplinas me parece imprescindible para seguir ampliando la mirada.

César Padilla / Argentina – Ecuador

Fotos: Cortesía de A. T.

Un perfil de frente

Analogía Torres estudió Dirección de Fotografía para Cine en el Instituto Nacional de las Artes del Espectáculo (INSAS) en Bélgica (2009-2014).

Ejecutó asistencia de cámara y foquista en casi una decena de largometrajes como Papita, Maní, Tostón de Luis Carlos Hueck (Venezuela, 2012), La French de Cédric Jiménez (Bélgica, Francia, 2013), La Mala Noche de Gabriela Calvache (Ecuador, 2017), Sumergible de Alfredo León (Ecuador, 2017), El día que me callé de Víctor Arregui (Ecuador, 2019), para la serie de televisión Locked Up abroad (5 episodios – Ecuador / Uruguay, 2018), así como también para un centenar de comerciales para diferentes marcas.

Como directora de fotografía y operadora de cámara, trabajó en el largometraje «Operación Correa» : Venimos de lejos de Pierre Carles y Nina Faure (Francia, 2015) y en cortometrajes, reportajes y documentales que han incluido tomas submarinas y aéreas (drone).

Ha dictado igualmente talleres de asistencia de cámara e introducción a la fotografía en diferentes centros educativos en Ecuador como INCINE, la Universidad San Francisco (USFQ)  y la Universidad de las Américas (UDLA). En el 2020, recibió el premio de la Bienal Panamericana de Arquitectura MIO2020 en la categoría Imagen por su proyecto “Paraboloide Hiperbólico Libre´´

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